..

. Que si tú no te quieres, nadie te querrá .

jueves, 9 de febrero de 2012



Me agobian las prisas, nunca he soportado llegar tarde a un sitio. Odio que me metan presión porque me pongo muy nerviosa. Vivo estresa y agobiada, y sé que dentro de un tiempo me va a pasar factura. Todo me afecta, hasta la más mínima tontería. Lloro todo lo que necesito, puedo, me sale, y más, me encanta. Me desahogo cuando lo necesito única y exclusivamente. No me gusta que me vean llorar y normalmente intento disimular cuando tengo un mal día para que nadie lo note y acabe pagándolo. Cuando me ven llorar, muy a mi pesar, no me gusta contar el porqué. Cuando estoy realmente jodida no hace falta ni que me pregunten, lo cuento si es necesario y si no me lo guardo, pero no me gusta que me atosiguen.Sé distinguir muy bien “amigo” de “colega”, aunque mucha gente no entienda la diferencia. Colegas me sobran y amigos hay muy pocos. Conozco la falsedad en primera persona, pero sobre todo y de eso sé más que de cualquier otra cosa, vivo rodeada de gente que aparenta y después critica. No me gusta ir de víctima, aunque muchas veces me sale la vena niñata y acabo victimizando las situaciones. Odio los “lo siento” y el “perdón”, yo tampoco he entendido nunca esa manía pero es algo que jamás voy a poder soportar, cuando estoy enfadada necesito tiempo y se me acaba pasando, pero esas frases no las soporto.Odio el número 8 y adoro el 6 y el 14. Me gusta llegar a mi casa y decir “venga, voy a estudiar” y acabar viendo la MTV o Sálvame Diario. Para mí el mejor momento del día es la hora de ducharme y no ha habido día en mi vida en que me haya metido en la ducha y no me haya puesto a cantar como una posesa a lo cantante internacional. Me superan las críticas, no suelo encajarlas bien. Intento siempre sacar lo mejor de mí cuando tengo gente a la que quiero al lado y cuando una persona que me importa me pide que cambie alguna reacción mía, lo hago. Sé la gente a la que de verdad le importo y los que sólo están ahí de pegote y no me preocupa poder contar los amigos de verdad con los dedos de una mano, no necesito ni uno sólo más, los que tengo no los cambio ni por todo el oro del mundo. Aunque muchas veces parezca fría, a nadie le hace mal un te quiero de vez en cuando, y no soy la excepción. Cuando estoy estudiando me distrae hasta una mosca y cualquier excusa es buena para apartar la mirada del libro y hacer cualquier otra cosa. Me mata pensar en el pasado, es algo que normalmente me duele y prefiero no hacerlo, y mucho más me agobia pensar en el futuro. Ahora mismo sólo pienso en el presente y como mucho en lo que voy a hacer el fin de semana. Soy de las personas que suelen dar todo por los demás sin esperar nada a cambio, y bien hecho, porque no suelo tener ningún tipo de agradecimiento. Tengo una alegría que me caracteriza sin lugar a duda y la sonrisa no me la quita nadie de la cara, aunque cuando vienen mis malas rachas, que todos las conocen, no hay Cristo que consiga que me pase un día sin llorar. Me gusta mirar al corcho que tengo colgado en la pared de cuarto antes de acostarme, me siento en la cama y lo miro detenidamente, foto por foto, carta por carta, y cuando me canso, me tumbo, apago la luz y miro fijamente al techo hasta que se me cierran los ojos y consigo dormir. La música cuanto más alta mejor y siempre que voy en el coche llevo el iPod con la música a tope, y todos los días mi madre me acaba quitando un auricular y diciéndome “Paula, te vas a quedar sorda”. Adoro hablar por teléfono con Laura todos o casi todos los días y que le tenga tanto o casi más odio que yo a las personas que me hacen daño. Mi armario está como si un terremoto hubiera pasado por allí, y es completamente imposible encontrar algo para ponerseMe pasaría la vida entera mirando zapatos en las tiendas, me apasionan. No me gusta cambiar de móvil porque pierdo todos los mensajes, nunca me ha importado tener un cacharro, con que llame y mande mensajes me sobra. Tengo 5849787987 millones de peluches y a todos les acabé poniendo nombre en un momento dado de mi infancia. Mi habitación mide creo que menos de 2 metros cuadrados, es más, creo que tres personas son multitud. Mi casa está escondida, llegar a ella es casi misión imposible. El día que alguien me vea vencida será porque esté muerta. No soy nada rencorosa, perdono a todo el mundo antes o después. Cuando perdono a la gente, no olvido, y muchas veces si me pongo a pensar me recorre un gusaneo por el cuerpo que me revienta. Le tengo rabia a mucha gente, siendo sincera, pero todavía no existe persona que pueda conmigo, asique que sigan intentándolo. Soy la niña tablón, todo me gusta para ponerlo e igual me pongo cinco en un día y me quedo tan a gusto. No hay cosa que más me guste en este mundo que escribir, cuando estoy realmente jodida escribir uno de esos textos me relaja y hace que me tranquilice. A mí las valerianas, tilas, manzanillas… me hacen bastante poco efecto. Cada día que pasa me voy dando más cuenta de a quien tengo realmente y a quien no, y si tengo que decir la verdad, son pocas. Nunca me ha dado miedo enfrentarme a nuevos retos pero me acojona la oscuridad y estar sola. Las sudaderas cuanto más anchas mejor y las de chico me pueden. También me gusta más las colonias de chico que las de chica, y cuando un chico huele bien voy detrás de él en plan acosadora. Estudiar me supera pero cuando me pongo, me pongo. Tengo una caja en mi cuarto en la cual guardo las cosas que me recuerdan a fechas y gente importantes para cuando pase el tiempo abrirla y acordarme de todo eso. Acabo tirándoles a los tíos sin darme cuenta, aunque no quiera nada con ellos. Soy celosa, mucho, hasta de mi sombra. Las tardes de domingo tirada en la cama, viendo la tele y sin pensar en nada son las mejores del mundo. No me gusta salir de fiesta, quedar para cenar, llegar tarde a casa, ni ninguna de esas cosas. Llegar de clase y tumbarme en el sofá del salón a ver Sálvame me parece el mejor plan del mundo. Los cuatro días de evaluación que tenemos exámenes son superiores a mí, me agobian demasiadoTengo la mayor lista de defectos que existe. La gente que no me conoce no suele pensar precisamente bien sobre mí. Tengo un carácter complicado y quizás por eso es bastante difícil cogerme cariño. Intento ayudar siempre a todo el mundo en lo que necesita.Sólo existen dos o tres personas que por mucho que intento no odiarles, no lo consigo y que cada vez que se me vienen a la cabeza me da una rabia tremenda. Me he vuelto la persona más desconfiada de este mundo, no confío ni en quien antes me costaba medio segundo contarle mis problemas. Me gusta que me hagan daño y tener que vivir las cosas que me hacen sufrir para poder darme cuenta de la situación. La mentira y que me oculten las cosas ha acabado siendo con el paso del tiempo lo que más me ha dolido. Y hasta hoy no tengo nada más que decir

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